Los pocos años aquí, son pródigos de vitalidad y
producción científica. La mayoría de edad institucional ha sido obtenida
precipitadamente; quizás tan rápido ello que sólo se comprenda en clave de los
diversos y no menores asuntos que se tuvieron que resolver y de los
intersticios del poder del Poder Judicial que a veces en el noble oficio de
instruir y juzgar deontológicamente se tiene que indagar a lo profundo de
sórdidas cavernas donde lo jurídico ha desaparecido y lo ético no resulta
tampoco prístino en evidenciarse.
Si juzgar con normas de derecho es ya una cuestión
compleja, cuánto más, cuando las cuestiones son del orden moral y donde los
hombres resisten a ello sosteniendo que la moralidad es cuestión privada y su
función pública, sólo exige un comportamiento acorde a derecho y a las
obligaciones que de dicho marco legalista resultan. Ha sido el Código, Tribunal
y Oficina de Ética Judicial, quienes han mostrado ser infatigables en pos de un
resultado provechoso para la vida en común de los ciudadanos y los propios
jueces: no se han impuesto simplemente se han legitimado mediante el esfuerzo,
constancia y también valentía.
No podemos dejar de mostrar no sólo la alegría por
lo que significa hacia dentro de un Poder Judicial, contar con la rutina
productiva de un Tribunal de Ética Judicial, sino por el firme convencimiento
que no se trata de una cuestión que pueda verse como un resultado inmediato
sino que, siempre se advierten estos resultados por efecto de la sedimentación
natural de los integrantes del Poder Judicial; y que ello acontece cuando al
fin de cuentas, terminan por comprender, que no es lo mismo para el ciudadano,
que su asunto sea sometido a la jurisdicción de un juez que tiene ostensibles
comportamientos borrosos o impropios de cuando quien lo juzga, está muy lejos
de esos comportamientos y por lo tanto, se convierte el mismo juez en modelo
virtuoso, haciendo así realidad la metáfora aristotélica de que el juez era
como la misma justicia viviente y esta claro, que ella no podría ser sin ser a
la vez ética.
Deseamos larga vida a la institucionalidad del
Código, Tribunal y Oficina de Ética Judicial; siempre será un privilegio
cooperar para las causas justas.
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