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lunes, 20 de enero de 2014

PROLOGO LIBRO 'INFORMACION PUBLICA JUDICIAL - OPERADORES INTERNOS ANTE SUS DATOS Y PERIODISTAS FRENTE A SU ACCESO'

PROLOGO I.- Vaya en primer lugar, un especial agradecimiento a los únicos protagonistas que tiene la presente obra: la Lic. en Ciencias de la Comunicación y Abogada María Carolina Granja quien ha escrito la mayor parte de la misma y también al Lic. en Ciencias de la Comunicación –y hoy estudiante de abogacía- Damián Pertile, quien ha realizado una contribución igualmente muy significativa al estudio que se presenta y que lleva por título “Información Pública Judicial – Operadores internos ante sus datos, y periodistas frente a su acceso”. Digo mi agradecimiento, porque esta fuera de cualquier duda, que carezco de una formación canónica en los temas de los cuales este libro se ocupa, con lo cual se muestra la consideración especial que los autores, que sí son expertos en la temática, me han dispensado por su sola generosidad. Modestamente puedo llegar a considerarme sólo un autodidacta, que a fuerza de lecturas, observaciones y seguramente también del siempre pragmático procedimiento de prueba/error y por lo tanto, habiendo cometido sin dudarlo varios desaguisados en mi práctica con los medios de comunicación, en cuanto que me he vinculado con ellos en función de mi cargo como Vocal del Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba; es que he reflexionado desde un buen tiempo a esta parte, que la relación Poder Judicial y medios de comunicación social no debe continuar indefinidamente, sin merecer un abordaje disciplinarmente plural. Ello habrá de suponer, menos fricciones entre las partes implicadas y evitará, que el juego –aun cuando las cosas que estén en su canasta no sean menores o baladíes- no sea el absurdo de ‘suma cero’; sino por el contrario, buscando alcanzar algo así como un cierto óptimo en donde ‘todos ganen’. Aunque seguramente, nunca todos ganarán por igual, pero al menos es un tránsito para una mejor práctica realizativa entre los medios de comunicación y los Poderes Judiciales y eso es deseable. Buena parte de la factura científica que en esta obra se ve reflejada, ha nacido a la luz luego de que Carolina Granja, concluyera sus estudios de posgrado en la Especialización en Derecho Judicial y de la Judicatura que se brinda en el ámbito de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Córdoba y que tenemos la alegría de dirigir desde su inicio, hace ya cuatro cohortes ininterrumpidas. Justamente, quien detenidamente se adentre en la lectura del presente estudio y que resultará de una gran facilidad poder hacerlo, porque está escrito con una pluma que asegura una comprensión rápida y sin por ello devenir insubstancial y a la vez propicia estimulantes reflexiones, ha tenido entonces la habilidad de sortear los contornos barrocos que la materia naturalmente impone. Reitero han sido esos aspectos, aligerados a la mayor expresión sin caer en lo completamente trivial u obvio. Por estos aspectos: objeto, discurso y metodología, es que en rigor, el resultado que ha sido logrado en dicho conjunto es para decirlo en términos cualitativos: de excelencia. II.- Volvemos a felicitar a los autores, porque las comunidades jurídico-judiciales, naturalmente esperan con mucha ansiedad este tipo de estudios, porque se ubican en las fronteras disciplinarias sea de la ciencia jurídica o de las ciencias de la información y como corresponde, la formación universitaria todavía sigue siendo poco atenta a las periferias de la centralidad de las nombradas cuestiones; cuando en rigor de verdad hay que decirlo, un acercamiento integral y totalizante a las cosas, supone hacer su estudio como un objetivo cultural propio de una realidad compleja tal como Edgar Morin insiste desde tiempo atrás y para el que, ni el derecho ni las comunicaciones tienen la respuesta completa. Venimos trabajando desde hace varios años en el ámbito de la capacitación del Poder Judicial de Córdoba en la provocación de los estudios multidisciplinarios y/o transdisciplinarios, los que junto a una mayor atención que se empiece a brindar a lo que el mundo anglosajón suele nombrar como los estudios sociales del derecho o estudios de crítica legal; no dudamos en que primero los jueces pero fundamentalmente los justiciables, se verán altamente beneficiados. Hay que decirlo de todas las maneras que corresponda: los jueces cada vez serán más reclamados como ingenieros sociales porque es la sociedad civil la que primero judicializa la vida corriente y es también ella, la que espera de los jueces respuestas no ortodoxas a temas que como tal, no pueden ser considerados convencionales. Por ello, es que una sociedad sobre informada globalmente y a la vez hiperjudicializada, junto a un Poder Judicial hipertrofiado de diferentes familias jurídicas, con instituciones que no siempre son claramente compatibles, necesita este último con toda razón, de una profunda mejora en el intercambio de informaciones de uno hacia otro, para que sea al final de cuentas el ciudadano tal como corresponde, el que se vea mejorado por ello. Caso contrario o en alguna medida, en continuidad con lo que viene sucediendo en la mayor cantidad de casos de la República Argentina, y con igual notoriedad también hay que decirlo en otros países de América Latina y del Caribe; los procesos comunicacionales tenderán a ser de mayor envergadura pero sin una completa información sustentable, descontando que nada tiene que ver si en ella –en la noticia- se aplican o dejan de hacerlo, los atributos propios que la práctica comunicacional utiliza a los efectos de lograr un natural espectáculo mediático que genere por vías diferentes adhesiones o fidelizaciones a los auditorios respectivos, para lo cual, y tal como sabemos, habrá de utilizar los recursos que la retórica comunicacional explota con ahínco. Con ellos adelante, los medios de comunicación bien conocemos que asume gran parte del gobierno de la agenda setting de los ciudadanos. Y si bien dichos aspectos no podrán ser removidos en cualquier estudio que se ocupe de realizar sinápsis entre los Poderes Judiciales y los medios de comunicación; puesto que están dichas cuestiones enclavadas en lo vertebral de la rutina mediática y no querer entenderlo y experimentarlo de esa manera, es pecar de ignorancia extrema por desconocimiento al fin de cuentas, de la lógica que habita la galaxia Guttemberg para decirlo con Marshall McLuhan. El esfuerzo debe ser otro, para no malgastar las energías que en la materia existen Comprender las lógicas del Poder Judicial y de los medios de comunicación, presupone un esfuerzo por quitarse cualquiera de los implicados en el problema –genéricamente jueces y periodistas-, todo criterio de superioridad de uno sobre otro; y para ello puede resultar de buen criterio racionalizar sobre el siguiente apotegma: los derechos de los ciudadanos en muchas ocasiones tienen que ser precisados por quienes son los únicos habilitados para ello, como son los jueces; pero tampoco se puede dejar de señalar, que son esos mismos ciudadanos, los que tienen otro derecho de naturaleza diferente –y quizás de mayor envergadura- que es conocer los actos de jurisdicción y de gobierno del Poder Judicial para lo cual, son los medios de comunicación de una colaboración impostergable y también insustituible. Las sociedades modernas y abiertas –recordando a Karl Popper- exigen a ambos intervinientes, poner en marcha todas sus estrategias para que ese logro se vea obtenido. De lo contrario quien no se beneficia es el ciudadano, sin perjuicio de si quien pierde o gana en el ágora pública sea el Poder Judicial o el mismo medio de comunicación. Comprender otras lógicas de funcionamiento, otras gramáticas del vivir de las culturas, es uno de los grandes desafíos que hoy colonizan casi cualquier geografía de los países más desarrollados del primer mundo occidental. La multiculturalidad no es meramente un problema intelectual y de razones, es una cuestión etnográfica y antropológica y por lo tanto, tiene que ser visualizada en una manera compleja y en varios planos simultáneos. Este tiempo de inicios de siglo, donde cohabitan culturas diferentes adelanta que en el futuro próximo, el hombre no será en el decir de Sócrates alguien cosmopolita por ser un ciudadano del mundo, sino que serán los pueblos quienes por fruto de las comunicaciones mega mundializadas, los que se habrán convertido en algo así como ciudadanos de la globalización: globopolitas. Los procesos de inculturación de pueblos sobre pueblos ha sido una constante en la evolución de la civilización de occidente; sin embargo también hay que precisar una dimensión diferente, como es la interculturación como un espacio común en donde se puedan desarrollar más o menos identitariamente varias de las culturas que coexisten en un determinado ámbito físico. Precisamente sobre dicha analogía de la antropología cultural, es que venimos formulando una personal clave de comprensión para las relaciones entre periodistas y jueces y que hasta donde percibo, el libro que ahora prologamos se suma como un valioso aporte a esa gestión que será sin duda de largo aliento. Corresponde hacer el esfuerzo por encontrar el espacio desde la racionalidad y razonabilidad que posibilite que estructuras ciclópeas como es la de los medios de comunicación y los Poderes Judiciales, puedan encontrar la compresión recíproca de cada una de sus lógicas, prácticas y resultados; sabiendo a priori no sólo del esfuerzo importante que ello importa y de las incontables frustraciones que también tal desafío abriga, pero en la certidumbre que cada pequeño avance será de una magna trascendencia. La comprensión de estas relaciones torsionadas entre los medios y los Poderes Judiciales desde la consideración de la interculturalidad –tal como nos ha sugerido una provocativa lectura Miquel Rodrigo Alsina- , es solo un sendero entre tantos que puede haber, mas cualquiera que siga este derrotero supone el haber retirado antes, los egoísmos que por estos temas se dan cita como invitados obligados. Si bien he considerado en otros lugares, las tensiones y torsiones que existen entre los medios de comunicación y los Poderes Judiciales y que ellas se asientan en la existencia de sus lógicas diferentes que a cada colectivo corresponde; quiero ahora avanzar un paso más a la luz de los años que nos separan de aquellas afirmaciones primeras y que no lograron tampoco ser del todo atendidas por unos y otros; con lo cual, la conclusión denuncia que los esfuerzos han sido escasos por superar las consabidas incompatibilidades sin perjuicio de señalar la importancia de los pocos logros que se han alcanzado. Por ello es que postulamos ahora y que mejor que dejarlo como parte de un prólogo a una obra que, justamente cuando se estudian las entrevistas que se han cumplido para su construcción ello se visualiza en una manera incontrastable y por lo cual, ellas hacen de una riqueza extrema el volumen. De ellas en buena medida resulta que muchas veces no parece ser solo la lógica de cada uno de los colectivos la que funciona como métrica diferente entre periodistas y jueces, sino que poseen sus actores también, cosmovisiones –no puras opciones o miradas circunstancialmente interesadas- realmente diferentes y por ello, no sería desacertado a los fines de sortear dichos escollos el darles a dichas cuestiones para una mejor solución, un tratamiento similar al que brindamos a los temas que se conocen como interlculturales. Hay entonces una cultura judicial y otra mediática, que se ejercita mediante lógicas operativas diferentes además que cumplidas a través de estéticas diversas, pero naturalmente que cada lógica –concluye en definir la totalidad del opus, sea tanto en sus opciones metodológicas como también en su perspectiva teleológica-, por lo cual romper con los etnocentrismos para encontrar los espacios comunes y una disposición a la aceptación del otro -Poder Judicial o medios de comunicación- como uno diferente, mas nunca como otro opuesto –por ser de una cultura distinta- será la habilitación al paso de nuevos territorios de concordia civil en la formación y difusión de la información judicial. Deberán esforzarse los intervinientes –jueces y periodistas- por intentar comprenderlo de esta manera: no ya desde su propia lógica sino desde la cultura que admite la interculturalidad. Ver al otro, a los periodistas –en el caso para nosotros jueces-, como alguien de otra cultura aunque hable la misma lengua, tenga los mismos hábitos sociales, puede tener proximidad de parentesco incluso; ayudará a estar mas atento de las cosas que recíprocamente les ocurren a los dos implicados y si bien no obviaremos problemas y disgustos, al menos minimizaremos los efectos negativos que de esta manera, suelen tener consecuencias deletéreas en modo extremo. El libro, y del cual el lector es siempre el crítico final, y que está a punto de ser consultado, navega en muchas de esas aguas profundas posiblemente sin quererlo; pero como en el ámbito de la reflexión y del pensamiento el marco deductivo es importante porque implica reconocer como el logos atraviesa viejos y nuevos territorios con miradas diferentes, es que el apreciado lector tiene también algunas claves que ayudarán a mejorar las miradas que sobre el volumen se pueden hacer y que fuera justamente ello, lo que a nosotros mismos, nos disparó estos ejes reflexivos finales. Que otra cosa se podría desear al lector que no sea una buena lectura, un disfrute especial y un aprovechamiento mayúsculo: nadie hace estas cosas por imposición sino solo por decisión. Les deseo a sus autores, que continúen prodigando hipótesis y reflexiones, algunas de ellas, en el tiempo serán tomadas totalmente en serio y será cuando las cosas también cambiaran enfáticamente y no solo como una pura cuestión cosmética. Mi agradecimiento nuevamente a ellos, que al final han creído y así lo he demostrado, que prolongar un libro es también decir algo que no es todo lo que el libro ya dice.

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