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lunes, 6 de enero de 2014

SAQUEOS EN LA PROVINCIA DE CORDOBA


Córdoba fue ciudad Gótica y Batman no existió


Puede parecer un título risueño. Pero ahora nos embarga la tristeza de haber dejado de ser una provincia “docta”, para ser circunstancialmente –esperamos– decadente. Reflexionar sobre lo sucedido es una triste circunstancia.
 
Puede parecer un título risueño. Pero ahora nos embarga la tristeza de haber dejado de ser una provincia “docta”, para ser circunstancialmente –esperamos– decadente. Reflexionar sobre lo sucedido es una triste circunstancia.

Córdoba quedó al servicio de los peores móviles de intolerancia y violencia. ¿Por qué? Será por carencias económicas, falta de formación cultural, escasez educativa; desánimos por debilidades gerenciales, políticas, ejecutivas, ju­diciales, legislativas, etc. No hay una sola respuesta o quizás sea una con varios elementos.

Hemos sido involuntarios testigos de un natural experimento social que ofrece, como resultado, una penosa ecuación: somos una sociedad que no puede vivir –siquiera un pequeño tiempo– al margen de lo policíaco. Bastante bien nos va, viviendo ya, al margen de la ley.

El experimento de lo ciudadano fuera de lo controlado por el panóptico policial deja algunas reflexiones precarias: 1) La mayoría de los ciudadanos quieren imponer su propia ley: para apropiarse de lo ajeno o para defender lo propio. 2) Muchos ciudadanos sepultaron los vestigios de amistad cívica: el vecino robaba a quien hasta ayer le vendía. 3) El futuro es incierto: las fracturas profundas sólo se curan estructuralmente cuando existe voluntad para hacerlo y se tiene un compromiso político en el agregado social. 4) Los vestigios materiales de la noche del 3 de diciembre no son la impresión confusa de hechos emocionales, sino la demostración de una sociedad atravesada por la violencia sin etiquetar, y que encontró en dicho lapsus una posibilidad que habilitaba, sin costo, poder emplazarla. 5) Se cumplió un acto de profunda injusticia; porque hay una responsabilidad colectiva de hacer las prácticas debidas para que esto no suceda; porque el ‘espacio incivilizado socialmente experimentado’, si no es entendido en profundidad y detenimiento, será recurrente.

Si estamos dispuestos a cambiar, debemos saber que habrá que revisar escenarios, libretos, decorados, personajes y auditorios y dejar sepultado, bajo una nueva era ‘socio-moral ciudadana’, mucho de lo que piensan, dicen o hacen no sólo quienes mandan sino también quienes obedecen, emplazando un renovado colectivo social, que destierre los tratos humillantes y la habitualidad sea la decencia.

El tiempo dirá si hemos cambiado nuestro norte o sólo aspiramos buscar a Batman.

El texto original de este artículo fue publicado el 08/12/2013 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.

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